lunes, 29 de marzo de 2010

El general

Son apenas las 7:50 de la mañana de un sábado poco soleado.

El “General” llega temprano, como lo ha hecho todos los sábados desde hace mucho tiempo, cuando decidió retirarse de le Gerencia General de la empresa en la que estuvo por más de 25 años y decidió dedicarse a la docencia, fue ahí donde se hizo del apodo de “el general” famoso por su disciplina y la facilidad con la que inspiraba respeto y al mismo tiempo una sensación de vacío en el estómago, muy similar al miedo en todos sus alumnos, su orden casi militarizado en su trabajo, y las pocas veces que alguien lo había visto sonreír. Era un sobrenombre que cargaba con un orgullo y una obsesión que rayaba casi en lo enfermizo.

El sonido de sus zapatos pulcramente boleados se escucha desde el pasillo de acceso a las aulas. Los alumnos somnolientos aún, interrumpen abruptamente sus conversaciones, convirtiendo esas risas adolescentes en un silencio sepulcral, solo interrumpido por un seco “Buenos días chicos” del General entrando al salón.

Cierra la puerta con autoridad, después de eso, el silencio solo se rompe con el sonido con el que enciende su pipa, con la facilidad y elegancia solo de alguien que lo ha hecho por más de 15 años; empezó a fumar cuando murió su esposa y fue en ese momento cuando tuvo el primer impulso de dar clases, desde entonces ha llevado a cabo este ritual con su pipa.

2 horas más tarde la clase termina, los alumnos se quejan de la maratónica tarea que deben realizar, más aún del poco tiempo para terminarla. El General sale de malas del salón, muy pocos alumnos han entregado la tarea, aún menos la han hecho bien.

Al terminar la clase, una chica se acerca tímidamente para solicitar una prórroga para la maratónica tarea, el General la interrumpe groseramente y le dice: Mira si no te interesa ser buena alumna, es tu problema, no el mío… No hay prórroga para la tarea… Aspira otra bocanada de su elegante pipa, mientras se dirige a su coche. El general no tolerará este tipo de estupideces.

Mientras abre la puerta de su coche, nota una mirada en su nuca, al voltear encuentra a un joven de traje, quien tímidamente se acerca al general.

Buenas tardes profesor, probablemente Usted no me recuerde, fue mi maestro hace mucho tiempo, quiero decirle que Usted ha sido el mejor profesor que he…
Eres Ramírez cierto… lo interrumpe el general… si… te recuerdo, te hice llorar cuando expusiste, eras un holgazán!

Y como te ha ido? Pregunta el general. La conversación se torna amigable, el General no lo sospecha, pero aquella clase tomada muchos años atrás, cambiaría para bien la vida de ese muchacho. Al final el general se despide con un fuerte apretón de manos, me da gusto saber que ya no eres un holgazán, agrega con un tono de firmeza.

Y al subir a su auto, el General hace una mueca, que solo muy poca gente sabe que es una sonrisa…

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Y esta es una de las tantas historias de aquellos maestros que a pesar de que en algún momento llegamos a odiar, aportan las enseñanzas que nunca olvidaremos...

Saludos

6 comentarios:

Nid Mar dijo...

que bonita anecdota :D
me recuerda a varios profesores y profesoras haha y sin duda alguna, algunos maestros nos hacen cambiar a su manera y afortunadamente para bien :D

saludos!!

Mary J. Varher dijo...

me recordaste a mi queridísimo "capi"!!! mi maestro de geometría analítica de la prepa, se jubiló como capitán en el ejército de telecomunicaciones (de ahí su apodo), como era la única que siempre le respondía y hacía bn las tareas (siempre se me dieron las matemáticas) era de sus consentidas ^^

bss

Anónimo dijo...

haaa no mames que bonita está T___T

MIN... dijo...

Me recordaste dos que tres maestros del TEC... sólo que esos si eran recabrones y lo hacian por joder más que por enseñar...

:S

Alfonso dijo...

Gracias a todos por sus comentarios, yo siempre quise ser un profesor asi bien cabron con los alumnos, pero desafortunadamente soy bien pinche barco

Saludos

Anónimo dijo...

jejeje buena historia men
saludos